El ocaso de un cobarde
La Era de la Rata
Por El Fraile Aldao
Allá por el 2009-2010, la
aparición de The Wanderer en la blogosfera había provocado cierto impacto en el
ambiente de la Derecha Católica mendocina[1].
Sus post abiertamente combativos, no sólo contra la Progresía clerical sino
también contra los sectores más conservadores de la Iglesia, denominados
peyorativamente “neocones”, con posturas aplaudidas por una corte de aduladores
presuntamente “tradis”, generaron malestar entre muchos conocidos, los cuales
intentaron durante años responderle al anónimo autor del Blog, un valiente que
se escondía detrás de un sillón, un vaso de whisky y un nombre ficticio (tan
ficticio como el mío[2]):
“The Wanderer”. La información con la contaba este individuo denotaba un
conocimiento que solo puede provenir de las propias filas y de una experiencia
de vida entre sotanas e inciensos (con algo de rencor cuidadosamente oculto).
Sin embargo, en un ambiente como el nuestro, en el cual personajes de esa laya
abundan y mucho, era difícil determinar la verdadera identidad del valiente
“denunciador serial”.
Sin embargo, pronto la incógnita
sería develada… y por el mismo protagonista de nuestra historia. A fines del
2010 algunos amigos recibimos cierto email en el cual un conocido nuestro, con
quien manteníamos cierta cercanía, reconocía ser el autor del blog The
Wanderer: ese conocido era el dr. Rubén Peretó Rivas[3].
En términos realmente valerosos, nuestro héroe, ante la “la degradación que
sufre nuestra Iglesia a manos de diversas instituciones que pretende encarnar
la renovación espiritual del Cristianismo, ya sea desde dentro -IVE, Opus- como
desde fuera: FSSPX”, se mostraba dispuesto, cual protagonista de una novela de
aventuras, a “discutir sin antifaz y sin tapujos los graves vicios que aquejan
a nuestra Santa Madre la Iglesia y hacen peligrar la salvación eterna de las
almas”. Su decisión partía de un convencimiento profundo: “Ahora necesito
hacerme responsable de ello: lo considero una cuestión de honestidad
intelectual que ya no puedo posponer”.
Ciertamente que, al
recibir semejante mensaje, una sensación de desconcierto nos embargó: aunque se
sabía de las posiciones personales de Peretó, nuestro héroe rara vez las
explicitaba con demasiada claridad. Proveniente de una familia sanrafaelina y
viviendo en un cómodo departamento capitalino, Peretó prefería mostrar la
hilacha en ámbitos más cerraditos (y menos riesgosos), antes que confrontar con
vecinos y colegas…
Sin embargo, al
desconcierto le siguió la “admiración”, porque al menos se había sacado la
máscara y prefería combatir a sus “enemigos” de manera directa y sin
subterfugios. Es por eso que muy grande sería nuestra sorpresa al enterarnos
que, por los pasillos de la Facultad, Peretó andaba sollozando su dolor ante
las acusaciones que se vertían sobre su persona. Que él no era The Wanderer,
que habían hackeado su email, que como iban a pensar que alguien como él andaba
criticando a gente que ciertamente él respetaba, etc., etc.
A las declamaciones
verbales le siguió otro email… de la misma persona… y en un tono que no dejaba
lugar a dudas: aparentemente, algún mal intencionado había intentado
perjudicarlo usurpando su identidad y reconociendo algo que él no era[4]…
En el nuevo email, Peretó
se mostraba totalmente ofendido, al mismo tiempo que agradecido por “el apoyo y
el afecto que todos Uds. me demostraron esta última semana a raíz del triste
episodio del mail fraguado que todos conocemos”. Amenazante, se mostraba
“decidido seguir los consejos que recibí de varios de Uds. y, en tal sentido,
mañana radicaré la denuncia por usurpación de identidad en la Unidad Fiscal en
cuya jurisdicción se encuentra la Universidad”. Claro que el tono y estilo
utilizados en su email distaban de ser tan claros como sus afirmaciones verbales…
aquí solo negaba ser el autor del email… y no dejaba pasar la oportunidad de alegrarse
por “el entusiasmo que muchos de Uds.
me han manifestado por el blog The Wanderer,
objeto de la disputa”, con la implícita recomendación de su lectura.
¿Qué es lo que había
ocurrido? Cómo alguno (pues fueron varios los que no se creyeron el cuento,
Peretó) de sus amigos había develado, The Wanderer obviamente es Peretó, lo que
viene a explicitarse ahora, cuando, munido de un valor antes desconocido, firma
con su nombre y apellido los post de su blog. La duda que nos embarga es: ¿Por qué,
en su momento, se retractó del viril reconocimiento de su identidad bloguera?
La respuesta es simple:
Por eso mismo, porque se trataba de un gesto viril… en un hombre como Peretó dichos
gestos son de poco alcance temporal. Apoltronado en su sillón, acompañado o no
por su amigo Jack Tollers, que por lo menos mostraba la cara y, por lo tanto,
su verdadera identidad, nuestro héroe hace un culto de la “discreción épica”.
Toma fortalezas enemigas, enfrenta a capa y espada a duros contendientes, iza
la bandera del Tradicionalismo y se niega a rendirse… pero todo en su prolífica
imaginación. En la triste realidad, Peretó acuerda “soto vocce” con el enemigo,
pacta y negocia con el poder de turno, se calla (prudentemente a veces,
cobardemente otras) frente a aquellos que deberían ser sus verdaderos rivales,
opera detrás de bambalinas contra profesores a los que en los pasillos saluda y
adula… Es como si The Wanderer fuera el combatiente belicoso que el “doctorcito
de café” quisiera ser, pero no alcanza a ser…
Nos imaginamos a algún
pariente de Peretó cruzándose por las calles sanrafaelinas con algún cura del
Verbo, y éste preguntándole, con mayor o menor dureza, qué significaba eso de
que Peretó era The Wanderer, y por qué este individuo los atacaba tan
duramente. Lo mismo debe haberle pasado a nuestro héroe en los pasillos de
Filosofía y Letras con alguno que otro profesor vinculado con el Opus… y Peretó
no resistió la tensión… sus nervios, poco habituados a semejantes encuentros,
en los cuales alguna dura palabra seguramente se le escapó a sus ocasionales
contendientes, no resistieron la presión… y prefirió refugiarse en los siempre
cómodos cuarteles de invierno, y volver a ser, en el mundo de los blogs, The
Wanderer…
Y todo porque ser The
Wanderer le permite elaborar y lanzar las peores acusaciones, algunas fundadas
(por lo menos parcialmente), otras completamente gratuitas, pero siempre contra
contendientes que no pueden responderle, dado su “anonimato”, y que, muchas
veces, lo han beneficiado, valorado o elogiado. ¿Cuántos conocidos alguna vez
defendieron el “buen nombre” de Peretó, para ser luego vilmente traicionados
por el astuto profesor? ¿Cuántos lo votaron en su momento para que fuera Consejero
Directivo, para después ser combatidos, siempre por la espalda, por este “doctorcito
de café”?
Y mientras… del otro lado
de la vereda el Enemigo se enseñorea y crece. Peretó esto lo sabe, pero hace
años que le ha dejado el campo de batalla a sus rivales ideológicos. Y no es
por prudencia… es por miedo… miedo a un enfrentamiento que él bien sabe que
otros lo libran por él… claro que, todavía, sin su apoyo manifiesto (no sea que
la Izquierda lo ataque directamente).
Pero ahora ya sabemos que
The Wanderer es Peretó (en realidad siempre lo supimos), que ya no se oculta
detrás del fácil expediente del pseudónimo y que, por lo menos, casi 7 años
después de su “épico email”, da la cara… no se sabe durante cuánto tiempo…
Así llegamos al final de
esta historia. Después de tantos años, la cobardía de Peretó ha quedado al
descubierto (pues a pesar de su nuevo gesto de virilidad, nadie puede engañarse
con respecto a su escaso valor personal), dando inicio a su ocaso, en esta
nueva etapa… la “era de las ratas”, de los pusilánimes y cobardes, de los que
tienen guardada la bandera blanca de la rendición desde antes que se iniciara
la guerra, de los no combatientes, de los intelectuales de café que creen que
los estrechos muros de su cubículo bastaran para defenderlos… cuando los vengan
a buscar…
[1] Denominamos así a un amplio
espectro de ideas y posicionamientos ideológicos, en el cual conviven desde
conservadores tipo Opus hasta los tradicionalistas de la Fraternidad…
[2] No tengo nada en contra de los
pseudónimos. Es más, me resultan divertidos. Además, han sido utilizados por
una larga tradición de autores católicos “del palo”. El problema es cuando
detrás de la identidad supuesta se oculta un “bicho” que, antes que enfrentarse
con la Izquierda en sus múltiples variantes, prefiere socavar a los propios y
cercanos… The Wanderer siempre fue alguien con mucho aprecio por el propio
pellejo (intelectual se sabe… es de aquellos que si suenan tiros ya está debajo
de la mesa…).
[3] He aquí el texto completo de su
email: “Queridos amigos y colegas: Quiero comunicarles que está a su
disposición mi blog personal, donde puedo opinar con mayor libertad que en los
estrechos muros de la academia sobre lo humano, pero sobre todo sobre lo
divino: concretamente, sobre la degradación que sufre nuestra Iglesia a manos de
diversas instituciones que pretende encarnar la renovación espiritual del
Cristianismo, ya sea desde dentro -IVE, Opus- como desde fuera: FSSPX.
Es hora de franquear los disensos y de hacer saltar el
pus. Es hora de discutir sin antifaz y sin tapujos los graves vicios que
aquejan a nuestra Santa Madre la Iglesia y hacen peligrar la salvación eterna
de las almas.
Advertirán que llevo ya trabajando varios años en este
blog. Muchos se preguntarán legítimamente por la razón de mi prolongado
anonimato. Empecé con muchos temores esta aventura de exponer mis ideas sobre
temas y cuestiones tan delicadas. Ahora necesito hacerme responsable de ello:
lo considero una cuestión de honestidad intelectual que ya no puedo posponer.
En fin: también los católicos heterosexuales tenemos la
necesidad de "salir del armario".
Que lo disfruten. Espero sus visitas, comentarios,
observaciones y también sus críticas.
http://caminante-wanderer.blogspot.com/
Rubén
Peretó Rivas - The Wanderer”
[4]
Este es el texto completo de su segundo email: “Estimados amigos y colegas:
Deseo agradecerles el apoyo y el afecto que todos Uds. me demostraron esta
última semana a raíz del triste episodio del mail fraguado que todos conocemos.
Ha sido una excelente oportunidad para confirmar que los lazos
profesionales, y de amistad en algunos
casos, que nos unen se hallan intactos.
A pesar de que en un
principio me manifesté reacio a tomar medidas frente a una actitud tan baja
como la que me tocó vivir, he decidido seguir los consejos que recibí de varios
de Uds. y, en tal sentido, mañana radicaré la denuncia por usurpación de
identidad en la Unidad Fiscal en cuya jurisdicción se encuentra la Universidad.
Por otro lado, he hablado con un abogado penalista quien la semana próxima se
constituirá como querellante particular por el delito de “violación de secretos
e identidad de datos personales” que, según parece, se encuentra perfectamente
tipificado en el Código Penal (art. 157 bis, incorporado a la ley 25.326).
Según me ha comentado este letrado, y como más de uno de Uds. me aseguraba, es
relativamente sencillo dar con el autor del hecho e iniciarle la demanda
judicial correspondiente.
Además, esta mañana tuve
una entrevista con la Decana de la Facultad a quien le comenté el caso. Ella me
recordó la situación análoga que vivió hace un tiempo nuestra colega del
Departamento de Geografía, y que terminó con una condena ejemplar para el
culpable.
Uds. saben que no se
corresponde con mi personalidad esto de andar metiéndome en querellas, pero a
veces las circunstancias obligan a actuar de un modo enérgico y decidido.
Finalmente, convengamos que
todo el suceso ha tenido algunas consecuencias inesperadas. Me refiero el
entusiasmo que muchos de Uds. me han manifestado por el blog The Wanderer,
objeto de la disputa. Como les decía en el mail anterior, siempre me han
resultado atrapantes y enriquecedoras la mayoría de las discusiones que allí se
proponen y he intervenido activamente en muchas de ellas. Celebro que un buen
número de Uds. sean de la misma opinión.
Un buen fin de semana para
todos,
Rubén”
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